miércoles, 31 de diciembre de 2008

Por una educación nacional, laica, democrática, gratuita, inclusiva y obligatoria


El Siglo
Frente al anuncio de enviar el proyecto de educación pública al Parlamento, vemos con preocupación que nuevamente el gobierno ha procedido en forma poco rigurosa, al insistir en la discusión de legislar la LGE, sin tener ingresada aún dicha ley. El apuro por proceder, nos hace suponer que la idea es resolver todo antes de marzo, para impedir la participación de estudiantes y profesores.
Queremos señalar que el Proyecto de Ley de Educación Publica debió ser discutido con la LEGE, no sólo porque es un compromiso del gobierno con sus parlamentarios, sino también porque la educación pública debiera ser el núcleo de la LGE. Frente a las contradicciones, nos preguntamos cómo las resolverá el ejecutivo ¿nuevamente con un acuerdo con la Alianza, desestimando la opinión de profesores, estudiantes y sus partidarios?
Creemos, como Colegio de Profesores, que es fundamental que la Ley de Educación Pública termine con la administración de la educación delegada en los municipios y le devuelva al Ministerio de Educación las funciones de administración, regulación y fiscalización del sistema. Que contemple, además. los principios de una educación nacional, laica, democrática inclusiva; de gratuidad y obligatoriedad, con la garantía de que los dineros destinados a educación serán ocupados con este fin. En este sentido la Ley de Educación Pública no puede seleccionar alumnos y debe ser inclusiva de la diversidad social y cultural del país.
La nueva administración de las escuelas públicas debe ser responsabilidad del Ministerio de Educación, aun cuando sea en forma descentralizada. Debe garantizar la participación de los docentes y la comunidad escolar, y propender a la integración de un sistema nacional.
Nos preocupa que se haya planteado la existencia de municipios que han cumplido bien con la tarea de administrar la educación, lo que es discutible, ya que los municipios que estarían en esa situación son los que reciben mayor financiamiento y poseen mayor número de colegios particulares en su comuna. Decir que hay buenos administradores municipales es un argumento bastante inconsistente, para eludir la responsabilidad de reconstruir un sistema nacional de educación pública, destruido por la municipalización de la educación de los años ochenta.
Llamamos a los profesores a mantenerse atentos y en una actitud activa, frente a la inminente tramitación del Proyecto de Educación Pública. No debemos olvidar que tanto este proyecto como la LGE, han sido fruto de la movilización de todos los actores de la educación, profesores, alumnos y apoderados..Nuestro compromiso es luchar por una educación pública de calidad para todos y cautelar que el Proyecto de Ley de Educación Pública represente las aspiraciones de los profesores, los estudiantes y el país entero.

Educación, mucho ruido y pocas nueces

Omar Cid
Rebelión

Los resultados de la PSU majaderamente nos recuerdan el país que tenemos, con diferencias odiosas, que en buenas cuentas son el reflejo de lo que es hoy es Chile, un paraíso para los poderosos y un infierno para quienes viven de un sueldo o se encuentran cesantes.
Ahora que el congreso discute la Ley General de Educación, se hace necesario analizar -a lo menos a grandes rasgos- el proceso educacional de los últimos veintiocho años y un elemento central, está dado por la Ley Orgánica de Educación, aparentemente en vías de ser derogada, luego de una serie de movilizaciones estudiantiles que expresaron de diversos modos su rechazo a continuar regidos por el mismo marco educacional.
La LOCE se dicta, el último día que el dictador Pinochet estuvo en el poder, la modificación constitucional a dicho cerco legal requería de 4/7 de ambas cámaras del Parlamento.
Con el advenimiento post-dictatorial se han realizados algunos cambios que han permitido maquillar los enclaves autoritarios. Sin embargo, estas alteraciones no han logrado detener el estado actual de crisis de la educación pública en todos sus niveles.
El principio rector instaurado es el de la competencia, generando un Darwinismo educacional en que los establecimientos de menores recursos, son condenados a entregar una educación de mala calidad porque los aportes obtenidos de la subvención desconocen, los contextos sociales, fortaleciendo con ello la desigualdad.
Uno de los elementos elaborados para la corrección del modelo, fue la Jornada Escolar Completa, bajo el gobierno de Eduardo Frei hijo, dicha revisión no hizo otra cosa que profundizar las diferencias ya existentes y favorecer las propuestas privatizadoras de la educación, condenando además a los más pobres a reproducir su pobreza y a excluir a la educación como factor de movilidad social.
En esencia la LOCE consagra la libertad de enseñanza por sobre el derecho a la educación, asignando al estado una función subsidiaria en lo económico y de resguardo en lo legal de dicha libertad, cabe señalar que la Reforma Educacional de mediados de los noventa, dejó estos temas tal cual como estaban dispuestos en el proyecto dictatorial.
Los objetivos de la propuesta legal de educación eran evidentes: por una parte ampliar la cobertura educacional, entregando a los particulares el sistema de educación que en términos prácticos deja de ser público y se transforma en el mejor de los casos en empresas subsidiadas por el Estado, respetando por sobre todas las cosas la libertad de enseñanza.
El Estado como entidad es impotente a la hora de controlar y tener recursos efectivos que velen por la calidad de la educación en cualquiera de sus manifestaciones formales de enseñanza: básica, media, técnico profesional y universitaria.
Lo que se traduce en magros resultados en los sistemas de medición existentes SIMCE, PSU en lo que resta de educación pública (municipalizada).
El largo proceso privatizador, iniciado con la dictadura en la llamada municipalización de la enseñanza y aceptado por los gobiernos de la concertación, estableciendo una reforma donde el proceso privatizador se profundiza, destruyendo la educación pública en algunos lugares por ejemplo Quilicura, donde la cobertura educacional es amplia, pero la municipalidad no posee más de un 16% de los colegios y los resultados SIMCE, en términos generales son para olvidar.
Sin pretenderlo, estas políticas provocaron un forado en las bases fundamentales de la proyección del propio modelo, ya que los estudiantes y la comunidad en general han puesto en tela de juicio las políticas privatizadoras de la enseñanza, generando un elemento de crisis, hasta el momento insalvable.Los expertos de la concertación hicieron énfasis a través de sus estudios en el gran consenso producido en la educación en los albores del retorno a la democracia.
Dicho consenso por supuesto suponía la aceptación de los principios esenciales ya descritos “Las políticas gubernamentales en educación configuran una acción de envergadura sin precedentes en el último cuarto de siglo, que intenta el mejoramiento y transformación del sistema escolar, en un marco de consensos amplios sobre el carácter estratégico del sector para el proyecto de desarrollo económico y democrático del país” Cristián Cox, La reforma de la educación chilena: contexto contenidos implementación, Colección de estudios CIEPLAN Nº45, junio 1997.
Todo indica que el nuevo cuerpo legal, pretende reencantar esta lógica de los consensos, introduciendo algunas regulaciones, pero asumiendo en buenas cuentas lo que existe y no desarrollando una propuesta cuya base sea la educación pública. El traslado de los establecimientos educacionales desde las municipalidades a corporaciones, significa muy poco, porque las lógicas con que serán administrados están dadas por el propio mercado, es decir por esta competencia irracional que no coloca en el centro de la discusión el bienestar de los estudiantes y el derecho de las familias de escasos recursos a una educación digna.
Cómo si el problema de la educación fuera el escoger un buen colegio, como si los pobres tuvieran mucho margen donde poder satisfacer sus necesidades educativas. La PSU una vez más nos recuerda, la deuda histórica de los gobiernos democráticos con los niños y jóvenes de la nación y este compromiso tiene nombre y apellido educación pública y gratuita ahora.
Omar Cid - Centro de estudios Francisco Bilbao

Revolución Cubana: 50 años

Joseba Macías
Zazpika/Rebelión


Detrás de la crónica de la historia que evocamos estos días, se esconde la épica de la cotidianidad, de los nuevos valores, de un proceso que apuesta abiertamente por la igualdad social, la justicia o la solidaridad humana. Detrás de estos cincuenta años de sobresaltos y esperanzas casi siempre postergadas, se esconden las crónicas de millones de hombres y mujeres que a lo largo de este intenso período de sus vidas se han sentido protagonistas de su propia existencia, que han gozado de momentos de ilusión colectiva o particular y que han sufrido paralelamente desencantos, desalientos y altibajos emocionales por el desarrollo de un modelo propio e intransferible. Una Revolución también es eso: un fenómeno intenso de la naturaleza social que no deja indiferente a nadie. Pura dialéctica en transformación permanente. Y en estas siempre ajetreadas décadas de lucha, compromiso y contradicciones a flor de piel, los ciudadanos-as cubanos-as han aprendido muchas lecciones y formas de conducta que, en su pluralidad, explican mejor que cualquier manual la sociedad cubana de este 2009, cincuenta años después del histórico e inolvidable recibimiento de los “barbudos” en las calles de La Habana.
Tiempo de Sueños.
Si Hemingway hubiera estado allí seguro que habría dicho que la capital era una fiesta. Porque lo era. En la madrugada del 1º de enero miles de personas se lanzaron a destruir parquímetros, máquinas traganíquel, los casinos de los hoteles Plaza, Deauville, Sevilla… Una reacción natural y espontánea ante las “apuestas del infierno” que acababan con los ínfimos sueldos populares. El propietario de Tropicana, al observar el casino de su “paraíso bajo las estrellas”, expresó con manifiesto humor criollo: “Aquí, dando al público pan… pero sin mantequilla”. La mantequilla, claro está, no era otra cosa que el juego, abolido en una de las primeras medidas revolucionarias. Días inolvidables para los cubanos-as que lo vivieron y que lo cuentan “cándida y dialécticamente” a todos los visitantes de la Isla. Luego vendría la reducción del precio del teléfono y los alquileres de las viviendas, la confiscación de los bienes robados al pueblo, la Reforma Agraria, las nacionalizaciones de los grandes trust norteamericanos… El sueño existe y es real en la tierra. Las grandes mansiones de barrios capitalinos como el de Miramar, abandonadas por sus dueños en viaje sin retorno hacia Miami, se convierten en escuelas, centros de investigación, museos populares… Tiempo de movilizaciones, de despedidas de los jóvenes alfabetizadores al campo, de aquella infamia llamada “patria potestad” difundida por los sectores católicos más reaccionarios y que causaría miles de separaciones familiares, de educación para todos (negros, blancos, verdes y azules) con refuerzo alimenticio, de trabajo voluntario para limpiar la cuadra, ayudar al vecino a terminar su casa, de horas extra en el trabajo entregadas al sueño colectivo… Y tiempo de marchas y manifestaciones, décadas oyendo a Fidel hablando en la Plaza enamorando a la concurrencia (“Pá lo que sea, Fidel, pá lo que sea”), de defensa de la Revolución ante el anuncio de ataques enemigos y atentados, de organización democrática directa en los barrios, en las calles, de escuelas de campo combinando el trabajo manual y el intelectual para la formación íntegra de las personas… ¿Es difícil entender entonces que en Cuba el paso de los ciclones o huracanes no cause apenas víctimas mortales, frente a los trágicos datos de su entorno regional, y que el Gobierno destine tantos recursos a la protección de la vida humana? ¿Por qué la sociedad cubana sigue siendo tan solidaria y abierta todavía hoy, aún incluso habiendo vivido situaciones tan extremas como aquella “sovietización” de la burocracia y de la cotidianidad o un Período Especial que dejó herida su alma y posibilitó la reaparición de fenómenos aparentemente superados como la mercantilización de las relaciones o el individualismo?
La respuesta, más allá de las patologías sociales y de los riesgos de perder buena parte de los valores adquiridos colectivamente desde 1959, sigue estando en la intensa historia cotidiana de estas cinco décadas en las que, pese a los flujos y reflujos de la marea, se ha ido construyendo un modelo de relaciones sociales distinto y esencialmente humano.
Cuba Libre.
Los millones de cubanos-as que han vivido en su país en estos cincuenta años han conocido la idea del “hombre nuevo” soñada y practicada por el Ché, han mostrado qué es la ternura de los pueblos abrazando la causa de Vietnam o la lucha por la liberación en distintas geografías de América y Africa, han vibrado con los éxitos internacionales de su diplomacia o su deporte, han llegado en un altísimo porcentaje a cursar estudios superiores situando en la actualidad a Cuba entre los países con mayor número proporcional de licenciados universitarios, han disfrutado de un sanidad gratuita que atiende y protege su evolución biológica desde el día de su nacimiento… Y también han abierto sus puertas a estudiantes y refugiados políticos provenientes de distintas geografías, han creado escuelas internacionales para formar médicos y técnicos del Tercer Mundo, han recibido y lo siguen haciendo a los niños ucranianos afectados por la tragedia de Chernobil, han curado la falta de visión de centenares de miles de latinoamericanos sin recursos desplazados de forma gratuita a la Isla gracias a la dulcemente denominada “Operación Milagro”, han acudido a ayudar a pueblos sometidos al rigor de la naturaleza o han visto con orgullo cómo su Gobierno ofrecía su apoyo técnico y humano a Estados Unidos ante situaciones como la vivida en el 11-S o tras las inundaciones de Nueva Orleans, respondidas siempre con el rechazo de la prepotencia… Y ahora, actualmente, cincuenta años después, la Revolución sigue exportando solidaridad a manos llenas pese a sus dificultades internas: miles de médicos y profesionales de la salud cubanos trabajan en países de América Latina, Asia y África entre poblaciones que, en muchos casos, no han visto nunca un doctor y menos aún han tenido la oportunidad de acceder a una consulta… ¿Es extraño entonces que este pequeño país insular, con poco más de once millones de habitantes y ubicado a doce millas de las costas estadounidenses, cuente con tantos apoyos y cariños nada disimulados en todo el mundo? El triunfo de la Revolución significó un antes y un después en la historia de América Latina. En todo el continente se abrió la puerta de la esperanza al observar cómo era posible comenzar a construir un modelo social diferente sin explotadores ni explotados. “Sin Cuba nada sería igual” continúan pensando hoy millones de trabajadores y campesinos desde el río Grande hasta el Cabo de Hornos. Y el nuevo mapa político del “continente de la esperanza”, como lo llamara Salvador Allende, sigue llenando de puntitos rojos su orografía. En el Malecón habanero, a estas horas y pese a quien pese, se dibuja una enorme sonrisa colectiva.

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